Las estaciones se suceden en esta deslumbrante
ciudad
Todo el mundo pasa ajeno a ti
Así que no debes preocuparte
Estarás bien si permaneces a mi lado. (Love Yourself de Kat Tun)
– Con
esto terminamos la clase de hoy. Saluden.
Todos los alumnos se ponen de pie a un
costado de la silla en la que antes se habían sentado mirando a la “profesora”
y, entre que hacen una reverencia dicen: “An-nyeong-ha-se-yo”. Luego comienzan
a retirarse ordenadamente. Una de las chicas que asiste a la clase no guardó su
cuaderno, sino que lo tiene en sus manos y va leyéndolo en el camino,
repitiendo en voz baja lo que aprendió en su clase.
– ¡Onni!
– La llama Oriana, y luego se pregunta mentalmente si su pronunciación fue
correcta – Che esperame.
Ingrid detiene su marcha y repaso para
esperar a su hermana, quien, como siempre guardaba todo a las apuradas y se
veía obligada a juntar lo que se le había caído.
Transcurrió una semana después desde que
pusieron un pie en Seúl, y, a diferencia de su hermana, quien podía mostrarse
alegre y vivaz a pesar de sus desgracias, amoldándose poco a poco a la
situación, Ingrid, mas rencorosa, se resistía a contemplar si quiera el sol en
Corea, a respirar el mismo aire que los nativos aunque sabía que su desprecio
por ese país era injusto, no podía evitar llenarse de esos sentimientos al
recordar todo lo que había sucedido. Culpa a Corea por no ser Japón, a Seúl de
no ser Tokio, porque, si tenía que ver al “responsable” la convivencia con
Oriana se volvería un infierno.
También odiaba la idea de acostumbrarse a
la situación en la cual vivía: Trabajar en el Hotel, ahorrar para el pasaje de
vuelta, sufrir la incertidumbre de no saber que ocurría en su país con esa parte
de su vida que tal vez se convertiría poco a poco en un recuerdo. ¿Cómo Oriana
podía acostumbrarse a todo eso, si para ella resultaba una pesadilla despertar
ocho veces para darse cuenta de la realidad, resistiéndose a la resignación?
Pensar en la mala suerte era una forma de resignarse…. Pero no había otro
remedio.
– Ingrid…-
la llama uno de sus compañeros de trabajo, mientras ella lavaba los
platos.-Ingrid… Can you make me a favour?
(¿puedes hacerme un favor?).
Ingrid, milagrosamente, entendió a su compañero,
así que dejo lo que estaba haciendo y se acercó al muchacho. Pero al ver que el
llevaba unas bolsas de residuos, rezo mentalmente que no se tratara de lo que
estaba pensado.
– Can
you…?
Ingrid no necesitaba que el termine la
frase para, envuelta de un montón de preocupaciones, aceptar las bolsas que
llevaba en sus manos y dirigirse a la puerta de atrás… cruzando el umbral… allí
estaba el exterior… lo que ella intentaba evitar… ya sentía el aire diferente,
el ambiente era distinto, como si hubiese entrado en otra dimensión. La sombra
de ese ocaso rojo le parecía horrenda, no bella como en Argentina. Dejo las
bolsas a un lado, presa de sus emociones, gritando para sus adentros cosas que
nunca pensó decir “Extraño mi país, con todos los problemas que tiene, extraño
a mi familia aunque sea molesta y no se preocupe por mí, a mis amigas, a la
universidad… ¡Hasta extraño a los profesoras! Quiero volver a hacer ese
recorrido que me hartaba en colectivo, volver a ese trabajo mal pagado… ¡Dios,
no quiero emociones y acción, extraño mi vida aburrido de antes! En ese
momento, a la cúspide de su rabia y melancolía Ingrid propina una fuerte patada
a un recipiente de basura, el cual al caer, empuja a otro, y otro; hasta que un
último no cae, si no que se mueve bruscamente, lanzando su contenido a un
muchacho que justo pasaba por ahí… ¡Agua con mal olor y cáscaras de frutas!
El muchacho pega un grito y no pierde el
tiempo limpiándose ya que divisa a una Ingrid que intenta huir sin asumir su
culpa, por lo que comienza a increparla atropelladamente con un montón de
palabras que ella no entiende ni escucha excepto una, bien grave "¿Chugul-le?
(¿Quieres morir?)”. La joven
ya no soportaba más tantas palabras en coreano por lo que decide atacarlo con
un montón de “Chan Gun Kon” y una seguidilla de palabras que mezclaban japonés,
coreano y el chino mandarín que escuchaba en el supermercado asiático… todo
esto hace retroceder al antes enfadado chico, quien ahora se encuentra
desconcertado, pensando que se trataba de una loca, y decide retirarse.
Camina algunos pasos y escucha que la
muchacha acomoda los recipientes mientras murmura palabras bien articuladas que
no entiende… No es una loca, sino una extranjera. Regresa sobre sus pasos,
entonces para completar el asunto pendiente.
– Hey,
girl – grita para llamarle la atención.
Ingrid voltea la vista hacia el furioso
muchacho, quien señalaba tanto a ella como a su campera sucia.
– What’s
wrong with you? (¿qué pasa contigo?) – apunta su ropa con ambas manos – Look this! You get dirty my clouthes! (mira esto, ensuciaste mi ropa!)
– I… I no understand… (Yo, yo no entender) – Responde negando
con la mano – Not, not.
– Eh...– siguieron unas palabras que no
entendía por lo bajo, hasta que levantó nuevamente la cabeza- you speak english? (¿hablas inglés?).
– Few
(poco) – respondió la joven, acompañando esto con un gesto de la mano.
Intenta una idea – Chotto (poco en
japonés).
Los ojos del muchacho brillan, así que
Ingrid sabe que él lo entendió. Por ello para buscar una vía de comunicación,
aunque no le agradaba la idea de hablar con él, decide hablarle en japonés.
Ingrid: Kimiwa Nihongo wo hanasare
masuka? (Hablas
japonés?)
Chico:
Chotto...
Ingrid: Ok,
ok. – decide hablar de la manera más básica. – Fue un accidente. No tenía intenciones
de…– apunta a su campera – eso.
Chico: Kusai
(apestoso–mal olor) – dice apuntando su cabello y campera –. Las disculpas no me quitan el mal olor.
Ingrid: Yo
no me disculpe… –replica la protagonista controlando su tono de voz.
Chico: ¿Qué
estas esperando? ¡Discúlpate!
Ingrid: ¡Es
tu culpa! – exclama la muchacha apuntándolo a la cara y luego habla con
pausas –. Yo pateaba cosas con calma
hasta que apareciste.
El muchacho, entre impresión y molestia,
comienza a jadear con los ojos bien abiertos. Para él no tenía sentido alguno
discutir, pero no podía dejarlo pasar. ¿Cómo podía esa chica atreverse a
gritarle de esa forma? Se sentía en la obligación de ponerla en su sitio.
Chico: Entonces
tu –toca el enorme uniforme de Ingrid – trabajo
es patear basura…
¿Eso era una amenaza? Nuestra protagonista
lo pensó por primera vez, pues antes se dejó llevar por la rabia… Nada bueno
sucedería si este muchacho llevaba al hotel quejas sobre ella, y tal vez en ese
país se considerada esas acciones como dignas del vandalismo… No le convenía
mantener su posición arisca y desafiante, así que, entre una y otra cosa, ella
intenta rápidamente ponerse de acuerdo con él. Ingrid, a razón de no discutir
más y no perjudicarse, decide deponer su irritación y disculparse, casi a
regañadientes; pero el molesto muchacho, no contento con eso, le pide que lave
su buzo, pues ya está lejos de casa y no puede andar por ahí oliendo mal.
También necesita lavarse la cabeza y los lentes (grandes y cuadrados) así que,
sin más remedio, la joven se ve obligada a hacerlo pasar para que se lave,
mientras busca entre los abrigos de su hermana, quién había salido hace largo
rato y tenía un estilo menos femenino de vestir, encontrando uno grande, que
tal vez, el alto coreano podría llevar sin problemas. Seguramente Oriana no se
dará cuenta… aunque con ella nada era seguro.
Finalmente, algo más conforme, el muchacho
se marchó. Pero antes, recordó preguntar a Ingrid.
– Onamae
wa? (cuál es tu nombre?)
– Eh…
Ingrid desu (es Ingrid). – contestó ella y luego, pensando cada palabra antes
de preguntar. – ¿y tu nombre? Necesitaría
saber quién pregunta por mí.
– Seung
Hyun. – contesto él, luego
de una breve pausa. – Kim Seung Hyun.
Después de despedir a Seung Hyun, Ingrid
regresó a la cocina, todavía de mal humor, pero allí le dijeron que podía irse.
No serviría que trabajara con esos ánimos. Así que fue directamente al cuarto
que compartía con su hermana, ¿a dónde había ido? ¿Por qué tardaba tanto? Ya ni
recodaba a qué horas había salido, tampoco sabía que tanto encontraba de
interesante en una ciudad desconocida donde ni siquiera podía leer un letrero.
Esperaba sinceramente que llegara pronto, hablando hasta por los codos de todo
lo que sucedió aun con las impresiones positivas o negativas de todo lo que
vio, sobre todo la comida, o los olores que llenaron sus pulmones, y que ni le
preguntara si a ella le paso algo, siquiera por compromiso. Mentalmente rezaba
porque Oriana de buen humor no prestara atención al resto.
– ¡Hola!
– casi grita Oriana mientras entraba al dormitorio con una sonrisa de oreja a
oreja. – Ya llegue.
– No
me digas…– contestó Ingrid sarcásticamente y con expresión divertida – Pensé que fue el viento.
Oriana: Bueno...–
replica su hermana, haciendo un puchero. Luego vuelve a sonreír. – No sabes los lugares lindos que me mostró
Eun Pyo.
Ingrid: Ah...–
mientras habla junta las manos y las acerca a la mejilla, pone la boca en forma
de corazón y pestañea constantemente –, con
razón tardaste tanto, uh…
Oriana: Estúpida
– la mira con los ojos entrecerrados
y arrugando la nariz –. Nada que
ver – recupera el buen ánimo –. Te
cuento…
Comenzó el relato con todas sus muecas y
expresiones, pintando la ciudad del modo más maravilloso que podía. Su hermana
la escuchaba así atentamente, respondiendo frases como: qué lindo, me imagino,
copado o que boba. Cuando Oriana agoto la anécdota, decidió preguntar a su
hermana.
Oriana: ¿Y? ¿Vos qué hiciste?
Ingrid: Nada
– responde ella, quitando importancia a todo lo que sucedió –. Trabajé aunque es mi día libre… y volví hace
un rato.
Oriana: Uh,
que bajón. Tendría que haberte invitado.
Ingrid: No,
ni me interesa conocer Seúl.
Oriana: Hey
– notando el abrigo desconocido – ¿y
eso de donde lo sacaste?– extiende una mano para agarrarla pero Ingrid lo
toma entre las suyas antes.
La morocha se ve obligada a contar
brevemente lo que paso, soportando que su hermana le diga lo que ella hubiese
hecho, cosa que a veces le desagradaba. Por lo que Ingrid insistía de mala gana
con un “pero a mí me paso y a mí me salió así”.
Ingrid: Mañana
viene a buscar su buzo y fin del asunto. – concluye e insiste en restarle
importancia – Solo me crucé con alguien
desagradable. Punto. No todas nos encontramos con simpáticos Eun Pyos –
intenta cambiar el tema y hacer un guiño muy torpemente– Che, ¿está lindo el pibe ese? –
Oriana: No
te sale – replica.
Ingrid: Bueno
¿está lindo o no?
Oriana: Eh…
– piensa – Si pe…. Tiene una linda
sonrisa.
Ingrid: – hace una de sus muecas para
molestar a Oriana.
Oriana: y
¿Qué tal el, ese, cosito?
Ingrid: Seung
Hyun… Ya tengo grabado ese maldito nombre… –piensa – y… bastante guapito, pero tiene cara de cheto extranjero y mal
carácter. Debe ser un ricachón creído. –le extiende una manga del abrigo – Tocá esto, parece caro.
Oriana: – toca la manga y dirige a Ingrid
una mirada de sospecha – Capaz que es de
plata… – murmura – Dios le da dientes
al que no tiene pan.
CONTINUARA…
Gracias!!! Hemos llegado al cuarto
capítulo!! Y cumplimos un mes ^_^! En cuanto al episodio, que le ha parecido
Seung Hyun?? Cómo lo imaginan?? Sígannos el próximo viernes, les presentaremos
una nueva sección!! El próximo capítulo viene con sorpresa!! Atentos!!
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Así que esa fue la aparición de Seung Hyun. mmmm no me agrada :P jajaaj encima que se llevo el abrigo de Ori.
ResponderBorrarAri!
jajajaja No se por qué pero cuando Seung Hyun amenazó a Ingrid con "chugul-e?" inmediatamente me acorde de Goo Joon Pyo xDDD Me copa el carácter de Ingrid, bastante jodida la mina, pero pobre se la entiende :/ A mi tambien me molestaria el hecho de que quiero estar con ansias en un lugar y en cambio estoy en otro que no va conmigo...Bueno, ahora estaré esperando ansiosamente tambien saber que actor eligieron para Seung Hyun!!!!! ^^ Subanlo por fis D: Besos! ;)
ResponderBorrarDe nuevo*Luci* Va muy bien el fanfic, voy a seguir leyendo así llegó donde comence a leerlas. Muy Bueno.
ResponderBorrarApareció un Seung Hyun (tengo mis sospechas). Las seguire leyendo.
Cha, realmente Ingrid parece que se lleva ahora lo peor! justo cuando puede desquitar algo de su ira aparecío en el peor momento Seung Hyun y queda hecho todo un mayor lío! al menos a Oriana le fue muy bien en su paseo con Eun Pyo (no me extraña pues parece un chico muy dulce!) ¡pero también estoy segura que Ingrid no se dejara bajonear tan facilmente! muchos animos a las dos!!
ResponderBorrar¡Nos vemos!!