viernes, 14 de junio de 2013

II



 ...mi brújula se ha roto, estoy perdiendo el camino.

Agh! ¡Yo pensé que nos ayudaría ese tipo!- exclama Ingrid mientras ambas muchachas salen del lugar.
- Por lo menos nos echó una mano- le contesta Oriana con una total desesperanza reflejada en su rostro, más grande que la tristeza que sentía... Estaba preocupada por el futuro inmediato de ambas, ya que ella era la hermana mayor y sabía que era su responsabilidad. Además, dentro de su corazón latía angustiosamente ese sentimiento de culpabilidad, que rozaba el enfado consigo misma.
-Ay, lo siento. Acá no las podemos alojar - sigue Ingrid con su discurso, pero esta vez imitando al Cónsul con tono burlón -. Esta fuera de mi alcance encargarme de su pasaje. Tendrán que trabajar- así sigue la muchacha de cabello corto y simpático flequillo recto, a pesar de que aquel hombre no lo había dicho de esa manera, pero ella decidió interpretarlo como se lo exigía su humor rabioso, es decir, de manera dramática. Cuando decide finalizar sus quejas, observa a su hermana por solo un instante para decirle - Es que sí. Ahora tenemos que quedarnos acá. Y ni sabemos decir ni hola, ni siquiera sabemos decir que NO - para sí misma- ¿Eso nos convierte en chicas fáciles? - continua para su hermana- Tener que trabajar tal vez las 24 horas de día para juntar la plata para el pasaje de regreso y tener que quedarnos más de un mes... Yo no quería esto... No lo quería...
Oriana no le había prestado atención. Si la escuchaba, pero estaba realmente muy metida en sus pensamientos, a pesar que eran los mismos que los de Ingrid. Su corazón latía más rápido de lo normal, en su garganta había un nudo que no le permitía ni tragar. No te pongas así y pensá en soluciones, aconsejaban sus reflexiones al tiempo que con la mano izquierda se agarraba el labio inferior, con la otra mano decide buscar algo en su morral
- No tengo cambio... - dijo alarmada
- ¿Eh? ¿Plata? Yo tengo - respondió ahí nomás Ingrid.
Oriana: No, won, la moneda coreana. Digo, para pagar un cuarto de hotel. No tengo.
Ingrid: La rep* - con furia moderada - ¿Estamos lejos del Hotel?
Oriana: No sé - observa el plano que les obsequió el Cónsul- Fijate vos- extiende la enorme lamina hacia Ingrid.
Ingrid: lo observa y pone el mapa en posición invertida - Chino?. Ah digo, coreano básico. No entiendo- Trata de romper el mapa, en uno de sus ataques de rabia, pero no lo hace, pues sabe que realmente lo necesitan.
Oriana: Pará, loca- le quita el mapa- ¿A cuánto estamos ya del consulado?
Ingrid: -se da vuelta para ver el camino.- Que se yo...
Las muchachas, entre hablar y pensar, no prestaron atención al camino que habían recorrido, posiblemente giraron hacia la derecha o izquierda un par de veces caminando, tal vez unas 5 o 6 cuadras, o tal vez no. Ya no tenían idea, ni noción ni siquiera un presentimiento salvador. Estaban oficialmente perdidas.
Oriana: -a Ingrid- Voy a preguntarle a alguien.
Ingrid se queda ahí sola, pero, para no perder tiempo, decide poner manos a la obra y  hacer lo mismo que Oriana sin alejarse demasiado. Camina rápidamente hasta donde está un muchacho que rondaba por el lugar. Este se sorprende tras la repentina aparición de la protagonista, sin llegar a asustarse.
¿Le puedo ayudar en algo?- pregunta el muchacho en su idioma, obviamente, acompañado por una gentil y apacible sonrisa, algo tan difícil de hallar en el país de origen de nuestras sudamericanas. Ingrid se percata de la visible amabilidad del chico para preguntarle con un inglés bastante torpe y tosco si podía ayudarla.
Ingrid: speak english?
Chico: en - trata de interpretarla- glish?- con su dedo inferior e índice cercanos, como si fuese a pedir un café con un poquito de  "algo".
Ingrid: - entiende su ademán perfectamente, y vuelve a hablarle, con una expresión más esperanzada - The Consulado- prosigue pretendiendo imitar la tonada yanqui.
Chico: -con su amable sonrisa aunque sin poder comprenderla- Consu... lado - piensa al tiempo que en su rostro se dibuja una expresión de cierta amargura- I´m sorry. I don´t Know- la saluda inclinándose un poco (saludo coreano) y decide seguir su camino.
Ingrid: -lo observa alejarse y decide hablar en voz alta para evitar que el muchacho se aleje - el consulado ¿dónde está? Yo, argentina- suspira muy frustrada y ve llegar a su hermana-
Oriana: ¿Por qué mejor no vamos para dónde va la mayoría de la gente? Así llegamos a algún lugar céntrico. Ya que es de noche y me está agarrando cuiqui (miedo).
Las protagonistas caminaron durante algunos minutos hasta que llegaron a un lugar transitado y decidieron preguntar a varios transeúntes más, pero sin resultados positivos, pues sino estaban apurados, no las entendían o les tenían miedo, etc. Los locales comenzaban a cerrar sus persianas. El frío de Seúl atravesaba sus ropas, con más intensidad comparado con el momento en el cual iniciaron el recorrido, cuando de repente creen encontrar la luz al final del túnel: un anciano decidió ayudarlas amablemente. Oriana intentaba explicarle la situación en inglés, pero éste no las entendía. Hasta que observó el cuello de aquella chica del cabello largo y rojo, en el cual colgaba un rosario, e inmediatamente fijó su vista en el mapa que esta le mostraba y, mientras hablaba en coreano, les indicaba una dirección.
Ingrid: ¿Le entendiste algo?
Oriana: Me alcanza con lo que señaló en el mapa. Vamos.
Nuevamente se ponen en marcha, caminando con lentitud para no extraviarse. Avanzan cuadra por cuadra... hasta que llegan al final del recorrido indicado por el anciano: un edificio de una sola planta, con un campanario a un lado. La fachada tenía un estilo románico, como los templos de la edad media, en un material impecablemente nuevo. Las ventanas estaban adornadas, no puede parecer de otra forma, con espejos de colores que formaban imágenes: una mujer con un niño, un pastor, una cruz, entre otras cosas, absolutos indicios del lugar en el que se encontraban...
Oriana: Aquí es.
Ingrid: - refunfuñando - Pero ¿dónde nos mandó el viejo?
Oriana: Que mejor lugar. Acá nos pueden ayudar- se acerca a la puerta principal y trata de abrir, pero, lamentablemente, se encuentra cerrada.
Ingrid: ¡Oh, no! - Golpea la puerta - ¿Hay alguien? Help, help - Como nadie acude ante sus gritos, desiste, llena de frustración, y se queda en silencio. Solo sentía su propia  respiración, hasta que, repentinamente, escucha la voz de Oriana.
Oriana: Nos vamos a tener que quedar en ese rincón. Seguro que el viento no se va a sentir- Ingrid siguió a su hermana hasta un costado del templo, absolutamente carente de rejas, donde se encontraba el campanario. No había forma de entrar siquiera por ese lado, así que decidieron sentarse allí, sobre un piso reducido en extensión y adornado con cerámicos de colores, bien cerca de la pared.
No solo se sentían frustradas, también estaban cansadas. Estuvieron aventuradas en el país del lejano Oriente por más de cinco horas, hacía frio y sus estómagos comenzaron a expresar su necesidad básica, especialmente el de Ingrid.
Ingrid:- mientras se acomodaba en aquel rincón Tengo hambre.
Oriana: Ya escuche a tu panza – sentándose sobre un abrigo mientras acomoda su bolso, del cual saca un paquete – He aquí nuestra primer comida coreana dice, volviéndole la sonrisa que estuvo ausente casi desde el momento en que salieron del consulado.
Ingrid: - no se quería quedar atrás y también extrae algo del bolso- Y, he aquí nuestra última comida argentina –con una sonrisa fallada que contagio a su hermana.
Oriana: tratando de dar esperanzas –Voy a cocinar algo nuestro típico - y repentinamente cambia de tema para salir aún más de la melancolía – Me siento como Thalía en cualquiera de sus novelas. María Mercedes pa´ servirle a usted, de mi familia me encargo yo- comienza a cantar, luego sigue con María la del Barrio (telenovelas mexicanas), hasta que es callada por su hermana.
Ingrid: Callate y comé.
Al terminar su humilde cena, la mayor de la hermanas lanza un bostezo.  
Oriana: – Bueno, parece que pinto el sueño, pero no creo dormirme esta noche – A esas palabras se las llevó el viento, ya que fue la primera en conciliar el sueño. Finalmente ambas se durmieron, tratando de olvidar aquella desastrosa jornada y de pensar que mañana será otro día y esperemos sea mejor.

CONTINUARÁ…

Primero que nada, ¡¡¡GRACIAS POR LEERNOS!!! Somos felices por eso. Ahora sí: ¡Oh por Dios! ¿Acaso deberán quedarse en Corea por un buen tiempo? Y más allá de eso, están EXTRAVIADAS, ¿Quién ayudará a nuestras protagonistas, o podrán arreglárselas solas? No se pierdan nuestro próximo capítulo, pues alguien interesante se adentrará a sus vidas. 

9 comentarios:

  1. Un segundo interesante y corto capitulo! :D Pero pobres las chicas...no me gustaria verlas mendigando por ahi D: En fin, lo he disfrutado ;). ME ENCANTA EPICA!!!! Buen gusto chicas

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  2. Esto bueno :33 Hacen buen trabajo tambien me gustaria verlo por separado ^^

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    1. Gracias, seguí la historia con cada capitulo una sorpresa distinta :)

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  3. Empiezo a leer y me mimetizo con la historia, hasta puedo imaginar lo que sucedera, es muy atrapante la historia.Gabi

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  4. Ahh, pobres... pero que consulado ni mendigo, no se porque tiene semejante puesto si ni siquiera mueve un dedo por la gente de su propio país!! (ugh creo que me exalté demasiado... ) aunque es cierto, a veces cuando entre dos personas no se entienden ya es demasiado frustrante... ¡imagínate si ni siquiera saben que dicen!
    Esta yendo muy bien la historia! espero que a la mañana puedan tener más suerte ¡y salga el sol!

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    1. Hola, muchas gracias por leernos. Si, saldrá el sol no te preocupes y seguí acompañándonos en esta apasionante historia :D

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  5. Ingrid:- mientras se acomodaba en aquel rincón – Tengo hambre.
    Oriana: Ya escuche a tu panza –

    ajajajajajjjajajajjajaaa xD

    Me gusto! me dio pena las chicas pero me sacaron una sonrisa con sus comentarios!

    NEXT..... allá voy... (+,+)9

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