...mi brújula se ha roto, estoy perdiendo el camino.
-¡Agh! ¡Yo pensé que nos ayudaría ese
tipo!- exclama Ingrid mientras ambas muchachas salen del lugar.
- Por lo menos nos echó una mano-
le contesta Oriana con una total desesperanza reflejada en su rostro, más
grande que la tristeza que sentía... Estaba preocupada por el futuro inmediato
de ambas, ya que ella era la hermana mayor y sabía que era su responsabilidad. Además,
dentro de su corazón latía angustiosamente ese sentimiento de culpabilidad, que
rozaba el enfado consigo misma.
-Ay, lo siento. Acá no las podemos
alojar - sigue Ingrid con su discurso, pero esta vez imitando al Cónsul con tono
burlón -. Esta fuera de mi alcance
encargarme de su pasaje. Tendrán que trabajar- así sigue la muchacha de
cabello corto y simpático flequillo recto, a pesar de que aquel hombre no lo
había dicho de esa manera, pero ella decidió interpretarlo como se lo exigía su
humor rabioso, es decir, de manera dramática. Cuando decide finalizar sus
quejas, observa a su hermana por solo un instante para decirle - Es que sí. Ahora tenemos que quedarnos acá. Y ni sabemos decir ni hola,
ni siquiera sabemos decir que NO - para sí misma- ¿Eso nos convierte en chicas fáciles? - continua para su hermana- Tener que trabajar tal vez las 24 horas de
día para juntar la plata para el pasaje de regreso y tener que quedarnos más de
un mes... Yo no quería esto... No lo quería...
Oriana no le había prestado atención. Si la escuchaba, pero estaba
realmente muy metida en sus pensamientos, a pesar que eran los mismos que los
de Ingrid. Su corazón latía más rápido de lo normal, en su garganta había un
nudo que no le permitía ni tragar. No te
pongas así y pensá en soluciones, aconsejaban sus reflexiones al tiempo que
con la mano izquierda se agarraba el labio inferior, con la otra mano decide
buscar algo en su morral
- No tengo cambio... - dijo alarmada
- ¿Eh? ¿Plata? Yo tengo - respondió ahí nomás Ingrid.
Oriana: No, won, la moneda coreana. Digo, para pagar un cuarto de hotel. No tengo.
Ingrid: La rep* - con furia moderada
- ¿Estamos lejos del Hotel?
Oriana: No sé - observa el plano que
les obsequió el Cónsul- Fijate vos- extiende
la enorme lamina hacia Ingrid.
Ingrid: lo observa y pone el mapa en posición invertida - Chino?. Ah digo, coreano básico. No entiendo- Trata de romper el
mapa, en uno de sus ataques de rabia, pero no lo hace, pues sabe que realmente
lo necesitan.
Oriana: Pará, loca- le quita el mapa- ¿A cuánto estamos ya del consulado?
Ingrid: -se da vuelta para ver el camino.- Que
se yo...
Las muchachas, entre hablar y pensar, no prestaron atención al camino que
habían recorrido, posiblemente giraron hacia la derecha o izquierda un par de
veces caminando, tal vez unas 5 o 6 cuadras, o tal vez no. Ya no tenían idea,
ni noción ni siquiera un presentimiento salvador. Estaban oficialmente
perdidas.
Oriana: -a Ingrid- Voy a preguntarle a
alguien.
Ingrid se queda ahí sola, pero, para no perder tiempo, decide poner manos a la
obra y hacer lo mismo que Oriana sin alejarse demasiado. Camina rápidamente
hasta donde está un muchacho que rondaba por el lugar. Este se sorprende tras
la repentina aparición de la protagonista, sin llegar a asustarse.
¿Le puedo ayudar en algo?- pregunta el muchacho en su idioma, obviamente, acompañado por una gentil y apacible sonrisa, algo
tan difícil de hallar en el país de origen de nuestras sudamericanas. Ingrid
se percata de la visible amabilidad del chico para preguntarle con un inglés
bastante torpe y tosco si podía ayudarla.
Ingrid: speak english?
Chico: en
- trata de
interpretarla- glish?- con su dedo
inferior e índice cercanos, como si fuese a pedir un café con un poquito de "algo".
Ingrid: - entiende
su ademán perfectamente, y vuelve a hablarle, con una expresión más esperanzada
- The Consulado- prosigue pretendiendo
imitar la tonada yanqui.
Chico: -con su
amable sonrisa aunque sin poder comprenderla- Consu... lado - piensa al tiempo
que en su rostro se dibuja una expresión de cierta amargura- I´m sorry. I don´t Know- la saluda
inclinándose un poco (saludo coreano) y decide seguir su camino.
Ingrid: -lo observa
alejarse y decide hablar en voz alta para evitar que el muchacho se aleje -
el consulado ¿dónde está? Yo, argentina-
suspira muy frustrada y ve llegar a su hermana-
Oriana: ¿Por qué mejor no vamos para dónde va la
mayoría de la gente? Así llegamos a algún lugar céntrico. Ya que es de noche y me
está agarrando cuiqui (miedo).
Las protagonistas
caminaron durante algunos minutos hasta que llegaron a un lugar transitado y
decidieron preguntar a varios transeúntes más, pero sin resultados positivos,
pues sino estaban apurados, no las entendían o les tenían miedo, etc. Los
locales comenzaban a cerrar sus persianas. El frío de Seúl atravesaba sus ropas,
con más intensidad comparado con el momento en el cual iniciaron el recorrido,
cuando de repente creen encontrar la luz al final del túnel: un anciano decidió
ayudarlas amablemente. Oriana intentaba explicarle la situación en inglés, pero
éste no las entendía. Hasta que observó el cuello de aquella chica del cabello
largo y rojo, en el cual colgaba un rosario, e inmediatamente fijó su vista en
el mapa que esta le mostraba y, mientras hablaba en coreano, les indicaba una dirección.
Ingrid: ¿Le entendiste algo?
Oriana: Me alcanza con lo que señaló en el mapa. Vamos.
Nuevamente se ponen
en marcha, caminando con lentitud para no extraviarse. Avanzan cuadra por cuadra...
hasta que llegan al final del recorrido indicado por el anciano: un edificio de
una sola planta, con un campanario a un lado. La fachada tenía un estilo románico,
como los templos de la edad media, en un material impecablemente nuevo. Las
ventanas estaban adornadas, no puede parecer de otra forma, con espejos de
colores que formaban imágenes: una mujer con un niño, un pastor, una cruz,
entre otras cosas, absolutos indicios del lugar en el que se encontraban...
Oriana: Aquí es.
Ingrid: - refunfuñando
- Pero ¿dónde nos mandó el viejo?
Oriana: Que mejor lugar. Acá nos pueden ayudar-
se acerca a la puerta principal y trata de abrir, pero, lamentablemente, se
encuentra cerrada.
Ingrid: ¡Oh, no! - Golpea la puerta -
¿Hay alguien? Help, help - Como nadie
acude ante sus gritos, desiste, llena de frustración, y se queda en silencio. Solo
sentía su propia respiración, hasta que,
repentinamente, escucha la voz de Oriana.
Oriana: Nos vamos a tener que quedar en ese rincón. Seguro que el viento no se va a sentir- Ingrid siguió a su hermana hasta un
costado del templo, absolutamente carente de rejas, donde se encontraba el
campanario. No había forma de entrar siquiera por ese lado, así que decidieron
sentarse allí, sobre un piso reducido en extensión y adornado con cerámicos de
colores, bien cerca de la pared.
No solo se sentían
frustradas, también estaban cansadas. Estuvieron aventuradas en el país del
lejano Oriente por más de cinco horas, hacía frio y sus estómagos comenzaron a
expresar su necesidad básica, especialmente el de Ingrid.
Ingrid:- mientras se
acomodaba en aquel rincón – Tengo hambre.
Oriana: Ya escuche a tu panza – sentándose
sobre un abrigo mientras acomoda su bolso, del cual saca un paquete – He aquí nuestra primer comida coreana –
dice, volviéndole la sonrisa que estuvo ausente casi desde el momento en que
salieron del consulado.
Ingrid: - no se quería
quedar atrás y también extrae algo del bolso- Y, he aquí nuestra última comida argentina –con
una sonrisa fallada que contagio a su hermana.
Oriana: tratando de dar
esperanzas –Voy a cocinar algo
nuestro típico -
y repentinamente cambia de tema para salir aún más de la melancolía – Me siento como Thalía en cualquiera de sus novelas. María Mercedes pa´ servirle a usted, de mi familia me encargo yo
- comienza a
cantar, luego sigue con María la del Barrio (telenovelas mexicanas), hasta que
es callada por su hermana.
Ingrid: Callate y comé.
Al terminar su
humilde cena, la mayor de la hermanas lanza un bostezo.
Oriana: – Bueno, parece que pinto el sueño, pero no
creo dormirme esta noche – A esas palabras se las llevó el viento, ya que
fue la primera en conciliar el sueño. Finalmente ambas se durmieron, tratando
de olvidar aquella desastrosa jornada y de pensar que mañana
será otro día y esperemos sea
mejor.
CONTINUARÁ…
Primero que nada, ¡¡¡GRACIAS
POR LEERNOS!!! Somos felices por eso. Ahora sí:
¡Oh
por Dios! ¿Acaso deberán quedarse en Corea
por un buen tiempo? Y más allá de eso, están
EXTRAVIADAS, ¿Quién ayudará
a nuestras protagonistas, o podrán arreglárselas
solas? No se pierdan nuestro próximo capítulo,
pues alguien interesante se adentrará a sus vidas.
Un segundo interesante y corto capitulo! :D Pero pobres las chicas...no me gustaria verlas mendigando por ahi D: En fin, lo he disfrutado ;). ME ENCANTA EPICA!!!! Buen gusto chicas
ResponderBorrarEsto bueno :33 Hacen buen trabajo tambien me gustaria verlo por separado ^^
ResponderBorrarGracias, seguí la historia con cada capitulo una sorpresa distinta :)
BorrarEmpiezo a leer y me mimetizo con la historia, hasta puedo imaginar lo que sucedera, es muy atrapante la historia.Gabi
ResponderBorrarSeguí leyendooo!!
BorrarAhh, pobres... pero que consulado ni mendigo, no se porque tiene semejante puesto si ni siquiera mueve un dedo por la gente de su propio país!! (ugh creo que me exalté demasiado... ) aunque es cierto, a veces cuando entre dos personas no se entienden ya es demasiado frustrante... ¡imagínate si ni siquiera saben que dicen!
ResponderBorrarEsta yendo muy bien la historia! espero que a la mañana puedan tener más suerte ¡y salga el sol!
Hola, muchas gracias por leernos. Si, saldrá el sol no te preocupes y seguí acompañándonos en esta apasionante historia :D
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ResponderBorrarIngrid:- mientras se acomodaba en aquel rincón – Tengo hambre.
Oriana: Ya escuche a tu panza –
ajajajajajjjajajajjajaaa xD
Me gusto! me dio pena las chicas pero me sacaron una sonrisa con sus comentarios!
NEXT..... allá voy... (+,+)9
Sigue leyendonos :3 me alegra que te guste!!!
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