viernes, 28 de junio de 2013

III



“Yo siempre río como esta vez, y… por más que el mundo sea complicado. Nunca mis lágrimas voy a mostrar…” Lucky de Ashily.

¿Ingrid? – Oriana le llama la atención de su hermana y toca su hombro con dedo índice –Despertate, ya es de día.
Mmm, quiero seguir durmiendo… – murmura ella, con voz pastosa, aunque de a poco comienza a abrir los ojos.
La chica pelirroja se levanta y acomoda las cosas, entre las cuales encuentra algo que la deja muy sorprendida, y no duda en hacérselo saber a su hermana:
No te la puedo… – dice mientras se tapa la boca de la impresión, a lo que Ingrid se despierta.
¿Qué pasa ahora? – Inquiere  con voz tenue .En ese instante, la morocha cae en la realidad: no estaban en su país sino en el otro lado del mundo y, para colmo de males,  la estaban pasando muy mal. Sentía que le dolía todo el cuerpo, después de dormir toda la noche acurrucada, y comienza a moverse lentamente.
Ingrid: – ¡Ay! Me duele todo, por un momento desee que todo haya sido una pesadilla… ¿Porqueeee? – De repente observa lo que su hermana le estaba mostrando – ¿Qué?
Oriana: Dinero, amado dinero – colocándolo en sus bolsillos.
Ingrid: – ¿De dónde salió eso? De Dios no fue.
Oriana: – Creo que hay gente que se apiado de nosotras – despeina un poco a su hermana.
Ingrid: – algo molesta- ¿Qué haces? – mientras trata de alejarla de ella.
Oriana: Es para que sigas pidiendo limosna  – se justifica – mientras yo voy a buscar algo para comer, enseguida vuelvo por favor no te muevas de acá y cuida todo ¿sí? – agarra su morral rápidamente.
Ingrid: Sí, sí. Andate, así volvés rápido, que tengo hambre.
Oriana: Ok. No le hagas caso a nadie, a menos que sea un  multimillonario…
Ingrid: – cansada de los “consejos protectores” de Oriana, la interrumpe en voz alta – ¡¡¡Andaaa!!!
Oriana: Bueno, bueno – se va.
Mientras camina, observa todo a su alrededor. Todavía sin creer todo lo que les había pasado, que si esto era una película deseaba que el director dijera “corte”, así se desprendería de su personaje y de la situación “ficticia”. Pero esa palabra tan esperada nunca llegaba, simplemente porque no existía, ni ella era actriz, ni eso era un film. Cada paso que hacía en su andar la entristecía más. Detiene su marcha al encontrarse con una plaza, en la cual visualizó unos puestos de comida y pensó que sería perfecto comprar algo ahí y volver rápidamente. Se acerca a unos de los puestos y el aroma provoca que su apetito despierte
Excuse me, speak English? – le pregunta a un puestero, de quien, como respuesta recibe un montón de palabras atropelladas que no podía entender, ni mucho menos envueltas en ese tono. Es que no comprendía si le estaba retando o si solo le estaba hablando, o qué, así que decide marcharse con un “sorry”.
Sentándose ya alejada de los puestos, vuelve a sentir aquel dolor en el pecho, la garganta cerrada, esa angustia y frustración, sensaciones que ya se habían apoderado de ella el día anterior, solo que esta vez son más intensas. ¿Por qué pasa esto? se pregunta a sí misma ¿Qué será de nosotras? ¿Por qué no pude decirles a todos que los quería? Continúa diciendo para sus adentros, y de a poco unas lágrimas comienzan a deslizarse sobre su rostro. El llanto se tornó inevitable, con tantas preguntas inconclusas en su  cabeza, con tanta mala suerte… Por lo menos Ingrid expresaba su ira haciendo griteríos y berrinches, pero a la mayor de las hermanas le resultaba más difícil, así que ese llanto se convirtió en su desahogo.
De pronto escucha una voz y tímidamente dirige su vista hacia quien le había hablado, porque se había dirigido a ella, vuelve la vista, ocultando su rostro, se seca las lágrimas y nuevamente oye al joven. Esta vez, posa sus ojos sobre él y le dice con una tímida sonrisa – Fine, fine (bien), pero el chico se queda pensando por un leve momento y vuelve a insistir – are you ok? (¿estás bien?).
Oriana: Yes – otra lágrima cae.
Chico: – extrañado – Yes? So, why do you cry? (¿sí?, entonces, ¿por qué lloras?)
Oriana: – secándose esta última lágrima – Because, I’m stupid. Everything is my fault (porque soy una estúpida. Es todo mi culpa) – trata de contenerse mientras habla, por más difícil que le resulte.
Aquel joven realmente se había preocupado por la muchacha, así que continuó su interrogatorio, mostrándose ante todo amable y antento.
Chico: – what’s happened? Where are you from? (¿Que sucedió? ¿De dónde eres?).
Oriana decidió contarle muy resumidamente todo lo sucedido, pues no le gustaba hablar demasiado, nunca acerca de sus problemas, y menos con un desconocido. Le resultaba difícil confiar en alguien, aunque algo dentro de ella le decía que hiciera una excepción con el muchacho que la escuchaba atentamente, tal vez de esa manera podría ayudarla. Cuando finalizó el relato, le enseño el tan indescifrable mapa y el joven se ofreció amablemente a acompañarla para que no se perdiera.
Rumbo al hotel que les había asignado el cónsul para trabajar, la pelirroja estuvo estudiando minuciosamente el mapa y prestándole mucha atención al camino. Es por ello que no cruzó palabra con su guía.
Chico: This is the hotel – exclamó con una sonrisa confiada.
Una vez dentro de la oficina de Recursos Humanos, el amable muchacho presentó a nuestra protagonista y ella le entregó la carta y solicitud que el cónsul les había dado, pues este era un pedido para que les dieran asilo y trabajo a las desafortunadas. El gerente (de recursos humanos) se levantó de su asiento y se dirigió a la puerta – Voy a llamar al chef- les dijo antes de salir.
Oriana busca una traducción en los ojos del joven, quien se sintió intimidado por el atrevimiento de ésta. Bajó un poco la vista y, tímidamente, cumplió el mudo pero evidente pedido de la muchacha respecto a lo que había dicho aquel hombre. La chica del cabello largo comienza a sentirse ansiosa y el silencio no le ayudaba en nada.
Chico: –percatase de la incomodidad de Oriana, decide romper el hielo – My name is Kwon Eun Pyo (mi nombre es…)
 En ese momento nuestra protagonista se siente avergonzada. “Este pibe me está ayudando y ni siquiera le pregunte su nombre ni le dije el mío” se decía para sus adentros, por lo que decide hacer lo mismo que él de la manera más natural posible.
Oriana: – Oh! I’m sorry. I’m Oriana. Nice to meet you (Oh! Lo siento. Soy Oriana. Mucho gusto) – se acerca al joven y le extiende la mano, este tímidamente acepta aquel saludo, y ella no dudó en agarrarlo con ambas manos – Thank you so so much, You are something like my hero (muchas, muchas gracias, eres algo así como mi héroe) – le dice la sonriente protagonista. Aquellas palabras habían llegado al corazón de Eun Pyo, en el momento que abandonó su trabajo de todos los días sabía que quería vivir algo diferente, pero jamás imaginó que ayudaría a una triste pero tierna y un tanto llamativa muchacha, se sintió orgulloso de sí mismo y su sonrisa delataba tal sentimiento.
De repente, entra el chef, quien al ver a los muchachos un tanto románticos para su gusto, los interrumpe con un – ok, ok – apresurado. Tratando de pronunciar el nombre de la extranjera, corregido por la misma, el chico sonriente, presenta con el Chef a la protagonista. Aquel hombre de apariencia robusta y de buen comer, terminó aceptando a las hermanas, advirtiéndoles que trabajarían jornada completa con un sueldo medio debido a su gratuita estadía. Ya todo estaba dicho, solo faltaba ir por Ingrid, quien ya estaría desesperada ante la demora de la pelirroja, y, por sobre todo, de la ansiada comida.
Oriana: thank’s to all, tomodachi (gracias por todo, tomodachi=amigo en japonés) – sin poder más de la felicidad y del alivio.
Eun Pyo: -extrañado- tomo… dachi? – había entendido aquella palabra en japonés, pero le resultaba extraño oírlo de alguien que recién conocía.
Antes de despedirse, Oriana pide a su nuevo amigo que le recuerde su nombre, ya que no quería olvidarlo, agrega un  visítame cuando quieras, ya sabes adonde vivo – de invitación, y parte hacia el encuentro con su abandonada hermana.
Ingrid: – al ver llegar a su hermana – Aaaah! ¿Por qué tardaste tanto? Ya pensé que me abandonaste, estuve a punto de vender tus cosas, como tu “L” (peluche de Oriana, del personaje de una serie de anime apodado con la letra L)- cambia a un tono dulce, casi como el de una niña – Aaah! Y me dieron más wons.
Oriana: – con una reacción tardía – mi L no, ¿eh? – También cambiando de expresión a una más alegre – Mas wons, ¿en serio? – Mientras comienza a juntar sus cosas – Bueno agarremos todo y vayamos yendo para el hotel, ya me ubiqué y hable con el jefe y todo está ok. Vamos.
Camino al Hotel, Ingrid aturde a la pelirroja con un montón de preguntas, como ¿Qué paso? ¿Por qué no compraste comida? ¿Cómo conseguiste ubicarte?, entre otras más, a lo que la mayor de las hermanas responde con un – después te cuento – que no satisface a la morocha.
Una vez en el nuevo lugar de trabajo, específicamente dentro de la cocina, los aromas de la comida asiática inundaban el espacio y, teniendo en cuenta que era mediodía, los estómagos de las latinas comenzaron a rugir cual leones salvajes. Percatado de esto, un cocinero les comentó, con un inglés tosco – you can eat (pueden comer) – y se marcha para seguir con su trabajo, dejando solas a las protagonistas.
Oriana: Dijo que podíamos comer – aseguro y en un híper breve momento se acerca a unos restos de comida y levanta un pedazo de pollo, que instantáneamente comienza a devorar de una manera realmente primitiva. En cambio, Ingrid no estaba muy convencida hasta el momento en que volvió a escuchar a su hambriento estómago y, sin entusiasmo, agarra un poco de aquellos restos. Cuando había decidido llevarlos a la boca, reaparece aquel compañero con dos platos de sopa de pescado en sus manos – No, that no, this food (no, aquello no, esta comida) – dejando la comida sobre la mesa. Ambas hermanas se observan mutuamente, una más avergonzada que otra. Los cachetes de la pelirroja se pusieron más colorados que su cabello y lo único que deseo fue ser una de “los hombres de negro” y tener aquel dispositivo para borrar su memoria después de tan engorrosa situación. No obstante, lo hecho ya estaba hecho, así que solo debía continuar. Deja suavemente los restos en la bandeja, al igual que Ingrid, y de la misma manera, muy delicadamente, agarra una servilleta, con la cual se limpia la boca y, haciendo un gesto cortés, le dice al joven –Thank you, nice gentleman
CONTINUARÁ…

Oooh! Pero que amable resultó ser Eun Pyo Oppa! ¿Qué pasará a partir de ahora que las muchachas, mejor dicho Oriana, tiene nuevo amigo? ¿Serán solo amigos? No se pierdan nuestro próximo capítulo, aparece otro chico, bastante distinto al sonriente y confiado Eun Pyo. No se lo pierdaaaan. Gracias por leernos y esperamos sus comentarios, no sean tímidas. :3

viernes, 14 de junio de 2013

II



 ...mi brújula se ha roto, estoy perdiendo el camino.

Agh! ¡Yo pensé que nos ayudaría ese tipo!- exclama Ingrid mientras ambas muchachas salen del lugar.
- Por lo menos nos echó una mano- le contesta Oriana con una total desesperanza reflejada en su rostro, más grande que la tristeza que sentía... Estaba preocupada por el futuro inmediato de ambas, ya que ella era la hermana mayor y sabía que era su responsabilidad. Además, dentro de su corazón latía angustiosamente ese sentimiento de culpabilidad, que rozaba el enfado consigo misma.
-Ay, lo siento. Acá no las podemos alojar - sigue Ingrid con su discurso, pero esta vez imitando al Cónsul con tono burlón -. Esta fuera de mi alcance encargarme de su pasaje. Tendrán que trabajar- así sigue la muchacha de cabello corto y simpático flequillo recto, a pesar de que aquel hombre no lo había dicho de esa manera, pero ella decidió interpretarlo como se lo exigía su humor rabioso, es decir, de manera dramática. Cuando decide finalizar sus quejas, observa a su hermana por solo un instante para decirle - Es que sí. Ahora tenemos que quedarnos acá. Y ni sabemos decir ni hola, ni siquiera sabemos decir que NO - para sí misma- ¿Eso nos convierte en chicas fáciles? - continua para su hermana- Tener que trabajar tal vez las 24 horas de día para juntar la plata para el pasaje de regreso y tener que quedarnos más de un mes... Yo no quería esto... No lo quería...
Oriana no le había prestado atención. Si la escuchaba, pero estaba realmente muy metida en sus pensamientos, a pesar que eran los mismos que los de Ingrid. Su corazón latía más rápido de lo normal, en su garganta había un nudo que no le permitía ni tragar. No te pongas así y pensá en soluciones, aconsejaban sus reflexiones al tiempo que con la mano izquierda se agarraba el labio inferior, con la otra mano decide buscar algo en su morral
- No tengo cambio... - dijo alarmada
- ¿Eh? ¿Plata? Yo tengo - respondió ahí nomás Ingrid.
Oriana: No, won, la moneda coreana. Digo, para pagar un cuarto de hotel. No tengo.
Ingrid: La rep* - con furia moderada - ¿Estamos lejos del Hotel?
Oriana: No sé - observa el plano que les obsequió el Cónsul- Fijate vos- extiende la enorme lamina hacia Ingrid.
Ingrid: lo observa y pone el mapa en posición invertida - Chino?. Ah digo, coreano básico. No entiendo- Trata de romper el mapa, en uno de sus ataques de rabia, pero no lo hace, pues sabe que realmente lo necesitan.
Oriana: Pará, loca- le quita el mapa- ¿A cuánto estamos ya del consulado?
Ingrid: -se da vuelta para ver el camino.- Que se yo...
Las muchachas, entre hablar y pensar, no prestaron atención al camino que habían recorrido, posiblemente giraron hacia la derecha o izquierda un par de veces caminando, tal vez unas 5 o 6 cuadras, o tal vez no. Ya no tenían idea, ni noción ni siquiera un presentimiento salvador. Estaban oficialmente perdidas.
Oriana: -a Ingrid- Voy a preguntarle a alguien.
Ingrid se queda ahí sola, pero, para no perder tiempo, decide poner manos a la obra y  hacer lo mismo que Oriana sin alejarse demasiado. Camina rápidamente hasta donde está un muchacho que rondaba por el lugar. Este se sorprende tras la repentina aparición de la protagonista, sin llegar a asustarse.
¿Le puedo ayudar en algo?- pregunta el muchacho en su idioma, obviamente, acompañado por una gentil y apacible sonrisa, algo tan difícil de hallar en el país de origen de nuestras sudamericanas. Ingrid se percata de la visible amabilidad del chico para preguntarle con un inglés bastante torpe y tosco si podía ayudarla.
Ingrid: speak english?
Chico: en - trata de interpretarla- glish?- con su dedo inferior e índice cercanos, como si fuese a pedir un café con un poquito de  "algo".
Ingrid: - entiende su ademán perfectamente, y vuelve a hablarle, con una expresión más esperanzada - The Consulado- prosigue pretendiendo imitar la tonada yanqui.
Chico: -con su amable sonrisa aunque sin poder comprenderla- Consu... lado - piensa al tiempo que en su rostro se dibuja una expresión de cierta amargura- I´m sorry. I don´t Know- la saluda inclinándose un poco (saludo coreano) y decide seguir su camino.
Ingrid: -lo observa alejarse y decide hablar en voz alta para evitar que el muchacho se aleje - el consulado ¿dónde está? Yo, argentina- suspira muy frustrada y ve llegar a su hermana-
Oriana: ¿Por qué mejor no vamos para dónde va la mayoría de la gente? Así llegamos a algún lugar céntrico. Ya que es de noche y me está agarrando cuiqui (miedo).
Las protagonistas caminaron durante algunos minutos hasta que llegaron a un lugar transitado y decidieron preguntar a varios transeúntes más, pero sin resultados positivos, pues sino estaban apurados, no las entendían o les tenían miedo, etc. Los locales comenzaban a cerrar sus persianas. El frío de Seúl atravesaba sus ropas, con más intensidad comparado con el momento en el cual iniciaron el recorrido, cuando de repente creen encontrar la luz al final del túnel: un anciano decidió ayudarlas amablemente. Oriana intentaba explicarle la situación en inglés, pero éste no las entendía. Hasta que observó el cuello de aquella chica del cabello largo y rojo, en el cual colgaba un rosario, e inmediatamente fijó su vista en el mapa que esta le mostraba y, mientras hablaba en coreano, les indicaba una dirección.
Ingrid: ¿Le entendiste algo?
Oriana: Me alcanza con lo que señaló en el mapa. Vamos.
Nuevamente se ponen en marcha, caminando con lentitud para no extraviarse. Avanzan cuadra por cuadra... hasta que llegan al final del recorrido indicado por el anciano: un edificio de una sola planta, con un campanario a un lado. La fachada tenía un estilo románico, como los templos de la edad media, en un material impecablemente nuevo. Las ventanas estaban adornadas, no puede parecer de otra forma, con espejos de colores que formaban imágenes: una mujer con un niño, un pastor, una cruz, entre otras cosas, absolutos indicios del lugar en el que se encontraban...
Oriana: Aquí es.
Ingrid: - refunfuñando - Pero ¿dónde nos mandó el viejo?
Oriana: Que mejor lugar. Acá nos pueden ayudar- se acerca a la puerta principal y trata de abrir, pero, lamentablemente, se encuentra cerrada.
Ingrid: ¡Oh, no! - Golpea la puerta - ¿Hay alguien? Help, help - Como nadie acude ante sus gritos, desiste, llena de frustración, y se queda en silencio. Solo sentía su propia  respiración, hasta que, repentinamente, escucha la voz de Oriana.
Oriana: Nos vamos a tener que quedar en ese rincón. Seguro que el viento no se va a sentir- Ingrid siguió a su hermana hasta un costado del templo, absolutamente carente de rejas, donde se encontraba el campanario. No había forma de entrar siquiera por ese lado, así que decidieron sentarse allí, sobre un piso reducido en extensión y adornado con cerámicos de colores, bien cerca de la pared.
No solo se sentían frustradas, también estaban cansadas. Estuvieron aventuradas en el país del lejano Oriente por más de cinco horas, hacía frio y sus estómagos comenzaron a expresar su necesidad básica, especialmente el de Ingrid.
Ingrid:- mientras se acomodaba en aquel rincón Tengo hambre.
Oriana: Ya escuche a tu panza – sentándose sobre un abrigo mientras acomoda su bolso, del cual saca un paquete – He aquí nuestra primer comida coreana dice, volviéndole la sonrisa que estuvo ausente casi desde el momento en que salieron del consulado.
Ingrid: - no se quería quedar atrás y también extrae algo del bolso- Y, he aquí nuestra última comida argentina –con una sonrisa fallada que contagio a su hermana.
Oriana: tratando de dar esperanzas –Voy a cocinar algo nuestro típico - y repentinamente cambia de tema para salir aún más de la melancolía – Me siento como Thalía en cualquiera de sus novelas. María Mercedes pa´ servirle a usted, de mi familia me encargo yo- comienza a cantar, luego sigue con María la del Barrio (telenovelas mexicanas), hasta que es callada por su hermana.
Ingrid: Callate y comé.
Al terminar su humilde cena, la mayor de la hermanas lanza un bostezo.  
Oriana: – Bueno, parece que pinto el sueño, pero no creo dormirme esta noche – A esas palabras se las llevó el viento, ya que fue la primera en conciliar el sueño. Finalmente ambas se durmieron, tratando de olvidar aquella desastrosa jornada y de pensar que mañana será otro día y esperemos sea mejor.

CONTINUARÁ…

Primero que nada, ¡¡¡GRACIAS POR LEERNOS!!! Somos felices por eso. Ahora sí: ¡Oh por Dios! ¿Acaso deberán quedarse en Corea por un buen tiempo? Y más allá de eso, están EXTRAVIADAS, ¿Quién ayudará a nuestras protagonistas, o podrán arreglárselas solas? No se pierdan nuestro próximo capítulo, pues alguien interesante se adentrará a sus vidas. 

viernes, 7 de junio de 2013

I: Fighting off the world around he can pay attention.

- ¿Qué? - Exclamó Ingrid, mientras su hermana se queda atónita por la noticia - Pero, la con*** de *** ***
-Shh- Oriana calla a Ingrid -. Para, que averiguo bien- se dirige a la señorita que esta sentada, detrás de la ventanilla - Excuse me, what´s happened whit the plane JPN254? (Disculpe, qué pasó con el vuelo...?)
Senorita:- Wait a minute, please (Espere un minuto, por favor)- baja la vista. Luego de revisar su computador, esta le contesta muy amablemente - I´m sorry miss, but the plane is flying to Japan this moment. And I can´t do anything for you. Sorry! Can you call to the travel agent? (Lo siento, señorita, pero el avión está volando a Japón en este momento. y no puedo hacer nada por usted. Lo siento. Puede llamar a su agente de viaje?)
Oriana: - Of Course! Thank you (Por supuesto. Gracias) - a Ingrid -. Hermanita tenemos que hablarle a la agencia, solo necesitamos un teléfono- buscando con la mirada alguna cabina pública.
Ingrid: - se muestra nerviosa e indignada, con un leve temblor de las cuerdas vocales -¿A dónde vamos a llamar? ¿A Argentina? ¿Cuánto nos va a salir esa llamada?
Oriana: a pesar de su preocupación - El que no arriesga no gana.
Apenas encontraron un teléfono, se dieron cuenta de que no podían usar su dinero y tuvieron que cambiar por la moneda local. Oriana comienza su llamada, con el tubo del teléfono pegado al rostro y murmurando a su hermana "Hakuna matata".
Ingrid: cruza los dedos y dirige su vista hacia arriba, como si elevara una suplica - Dios, Alá, Buda, los amo a todos.-
Oriana: comienza a discar - 54 0 11 pipu mmm nnn - espera un momento, hasta escuchar a alguien del otro lado - Hola, hola - desilusionada al no poder entender lo que le estaban diciendo - ña ña ñaña…
Ingrid: observa a su hermana, llena de nerviosismo, y ésta le cede el tubo, mientras dice que no había entendido a su interlocutor, al teléfono - En castellano hablame, en castellano- su frustración la lleva a golpear el aparato contra la cabina reiteradas veces - Maldito teléfono, maldito avión y maldita e insoportable vejiga de mi hermana, que no se puede aguantar y tenemos que...-
Oriana: la interrumpe - bueno para, que la gente nos esta mirando- observando a su alrededor con una tímida sonrisa, mientras agarra del brazo a su hermana.
Ingrid: disgustada - ¿Qué? ¿Y ahora qué?
Oriana: la observa por un momento, con un suspiro, desplaza su mirada - El cónsul- ambas muchachas se miran esperanzadas, esbozando pequeñas sonrisas en sus labios.
Ingrid: - Qué buena idea.
Oriana: - sonriente - Si, esperame acá que voy a Información al turista para que me tiren una data.
Mientras Oriana se va felizmente, Ingrid se queda observando a su alrededor, al tiempo en que su mirada se perdía en sus pensamientos. Sentía una frustración que rebasa las palabras, y estaba enojada con los acontecimientos que le tocaban vivir. Después de todas las ilusiones, los gastos, las vueltas, idas y venidas... por sobre todo cuanto lo desearon, cuanto lo soñaron... ¿Y ahora qué? ¿Qué paso? ¿Podía, realmente, resultarles tan adversa la suerte que antes les sonreía? Recordó en un instante aquel momento en que el presentador, con el sobre en la mano junto al resultado del concurso, anunciaba: - "y las ganadoras del viaje a Japón son..."-  el publico estaba lleno de ansiedad, devorando con la mirada a aquel hombre, y entre tanto este prolongaba agradecimientos y varias formulas mas para añadir suspenso. Los sentimientos iniciales se mezclaban con una rabia de esas que hacen querer ahorcar al locutor, o por lo menos propinarle algún que otro golpe. Pero sabían todos que pronto lo diría, que solo faltaba un segundo, uno solo, un segundo que, internamente, parecía durar días. Ya había jugado demasiado con ellos, así que, al final, lo dijo: - ¡Las hermanas Correa! Jamás habían ganado algo y justo el premio era un sueño ya casi cumplido: conocer Japón, el tan adorado e inalcanzable país del sol naciente, como le dicen algunos; y esa cultura, tan divina, conocida a través de sus dibujos de la infancia que luego se transformaron en series de anime, mangas, convenciones, cosplay, ramen y mucho más. Era tanto el amor y curiosidad que sentían por ese país, era tan grande su agradecimiento a la vida por permitirle poder realizar ese anhelo... ¿Por qué la felicidad no podía ser completa por una sola vez?
Estar tan ansiosa, querer estar ya sentada en la butaca del avión para partir, además del sueño debido al insomnio de la noche anterior, pues si algo caracteriza a Ingrid es su alterado nerviosismo, y su hermana casi en el mismo estado, solo que ella por salir de fiesta con sus amigos y hacer todo a las apuradas... Pero que se le va a hacer. Esa chica no cambiaría más. Aunque Oriana estaba más ansiosa, pues ya quería estar en Japón para sacar buenas fotografías con su nueva cámara, adquirida muy recientemente.
Todas estas memorias habían recorrido su mente cuando ya veía el Consulado a través del taxi que tomaron en el aeropuerto una vez que su hermana regreso, y que pagarían con el dinero local que habían cambiado previamente. No presto atención al paisaje urbano, a los lugares y la gente del país al que ella no esperaba conocer.
Ambas se adentraron al lugar, Oriana intentaba conseguir hablar con el Cónsul, en tanto Ingrid observaba el lugar. Prefería dejar que hable su hermana por las dos, ya que ella no contaba con mucha suerte. Mientras rogaba mentalmente por una solución milagrosa, de pronto escucha su nombre. Oriana la llamaba, y estaba haciéndole una seña para que la siguiera. Al entrar a la oficina del requerido, éste las recibe con una cálida sonrisa, anunciando amablemente: ¡Bienvenidas a Corea del Sur! ¿En qué puedo ayudarlas? 

CONTINUARÁ...


Rumbo a Japón, las protagonistas quedaron varadas en Corea del Sur, ¿Cómo harán para llegar a Japón? No se pierdan nuestro próximo capítulo n_n